El cuento de las manos
Las dos manos se levantaron de la cama a la vez, pero la derecha se puso a trabajar enseguida: afeitó la cara, lavó el cuerpo, cepilló los dientes, buscó los calcetines, y, luego, en la cocina, asió la taza y la llevó a la boca. Antes de salir a la calle aún tuvo que ocuparse de cerrar puertas y dejar una nota para la asistenta en la nevera. No paraba. La izquierda, siempre a remolque, colaboraba de mala gana en tareas auxiliares, tales como apretar el tubo del dentífrico o hacer el nudo de la corbata, y luego se refugiaba en el bolsillo.
En el autobús, la derecha se ancló, algo crispada, a una barra de sujeción para evitar que el cuerpo fuera zarandeado; la izquierda, entre tanto, dormitaba, balanceándose, al extremo de su brazo.
Cuando llegaron a la oficina la derecha escribió un informe comercial y firmó los balances del último trimestre. Siete veces sonó el teléfono y la izquierda ni siquiera hizo ademán de cogerlo. Fue su contraria la que,abandonando informes y balances, descolgó el aparato y lo sostuvo junto a la oreja el tiempo necesario para liquidar el asunto. La izquierda recorría perezosamente con los dedos las irregularidades del escritorio descubriendo dibujos y geografías sorprendentes entre las imperfecciones de la madera o del barniz. Si hubiera habido alguna comunicación entre ambas y la diestra en lugar de trabajar tanto, hubiera escrito el diario de los descubrimientos de la otra, tal vez hubieran alumbrado una crónica
de Indias.
Ya en la cama, de noche, a la hora del amor, mientras la diestra se refugiaba pasiva tras la espalda de la mujer, la izquierda anduvo por sus ingles y probó los jugos de todas sus cavernas. Cuando, los cuerpos agotados, adoptaron la posición del sueño y la izquierda rodeó la cintura de la esposa, la derecha llevaba ya un rato dormida debajo de la almohada.
J.J. Millas
En el autobús, la derecha se ancló, algo crispada, a una barra de sujeción para evitar que el cuerpo fuera zarandeado; la izquierda, entre tanto, dormitaba, balanceándose, al extremo de su brazo.
Cuando llegaron a la oficina la derecha escribió un informe comercial y firmó los balances del último trimestre. Siete veces sonó el teléfono y la izquierda ni siquiera hizo ademán de cogerlo. Fue su contraria la que,abandonando informes y balances, descolgó el aparato y lo sostuvo junto a la oreja el tiempo necesario para liquidar el asunto. La izquierda recorría perezosamente con los dedos las irregularidades del escritorio descubriendo dibujos y geografías sorprendentes entre las imperfecciones de la madera o del barniz. Si hubiera habido alguna comunicación entre ambas y la diestra en lugar de trabajar tanto, hubiera escrito el diario de los descubrimientos de la otra, tal vez hubieran alumbrado una crónica
de Indias.
Ya en la cama, de noche, a la hora del amor, mientras la diestra se refugiaba pasiva tras la espalda de la mujer, la izquierda anduvo por sus ingles y probó los jugos de todas sus cavernas. Cuando, los cuerpos agotados, adoptaron la posición del sueño y la izquierda rodeó la cintura de la esposa, la derecha llevaba ya un rato dormida debajo de la almohada.
J.J. Millas
10 comentarios
El Mundo de CHOI -
sorry
besitos salados de CHOI
lunaaaaa -
El Mundo de CHOI -
jeje lo siento meti el dedito ande no tenia q meterlo, pos lo q te decia: q tu enlace lo puse en mi web q no e slo mismo q mi blog, pa q lo sepas :P
gracias x enlazarme
Besitos salados de CHOI
El Mundo de CHOIeyss q el enlace lo he puetso en mi web q -
El Mundo de CHOIeyss q el enlace lo he -
El Mundo de CHOIeyss q el enlace lo he puetso en mi web q no e slo mismo q mi blog, -
El Mundo de CHOI -
Corazón... -
Bueno es que en realidad siempre es una la que trabaja más... :) Muy bonito cuento, me ha gustado...
Un saludo y, que tengas una excelente semana :)
;o)
El Mundo de choi -
Besitos salados de CHOI
El Mundo de CHOI -
Besitos salados de CHOI